Acabose el 2009!
Cumplíamos 2 años e hicimos lo que ya se transformó en un clásico: micro en la puerta del Convento (gracias al silencioso y siempre presente Ramón) y de ahí a la sede Centenario del Club San Telmo.
La crónica quedó en manos de Virginia: reciente (aunque no se note) incorporación.
La otra crónica, a cargo de Luján, está publicada en Alerta Militante. Acá el link para los que quieran chusmear: www.alertamilitante.com.ar
Aprovechamos para agradecerles a todos los que colaboran, a los que bancan que todos los viernes nos acostemos tempranito, a los que visitan y comentan el blog, a todos los que hacen que mantengamos esta voluntad firme. Y a este grupo increíble que sueña y que hace.
Aquí la crónica y las fotos.
Felicidades para todos.
Como cada sábado, llegamos a la isla. Ese día no habría desayuno en tazas ni sandwiches. Tampoco apoyo escolar. Kiki, puro ojos, señalando un colectivo de línea me dice vamos a ir en éste. Acostumbrada por demás a desconfiar y a esperar siempre "lo esperable", en este caso, un micro naranja, no le creí. Nos subimos, como había anticipado Kiki, amorosas pestañas, a un interno de la línea... no recuerdo cuál.
Paramos en el Convento. Faltan Selena y sus hermanos. Voy con Tarzán a buscarlos. Están listos desde las ocho de la mañana (creían que salíamos a las 10). Lo primero que me muestran son sus espaldas quemadas por el sol. La pelopincho se escabulle atrás, culpable. La abrazo fuerte a Selena y se ríe y queja a la vez por el ardor.
Finalmente nos vamos. Durante el viaje hablo con Kiki de las palomas, de las blancas y de las otras. Del Parque Lezama, de que no le gustan las calesitas, de la "joda" que tendrá esa noche por el cumpleaños de un tío.
La sede de San Telmo estaba más lejos de lo que creía. La primera actividad consiste en pintar las remeras. Las ponemos a secar en una reja y empiezan los juegos. Primero, nos dividimos en equipos: rojo, amarillo y azul. Atamos a los talones globos que deben ser aplastados por integrantes de los grupos oponentes. Chavito fue el único que gambeteó a todos. Después, tirar CDs pintados de cada color al centro de la cancha.
A un costado, Noelia pinta mi remera: "Vir te amo yo Noe -corazón-nena-". Kiki juega con mi celular. La mamá de Maitena: "Mirá que yo intenté, intenté y no hubo caso: ustedes lo lograron, Maitena aprendió a leer". Con los choripanes se desata la lluvia. Nunca había visto a la lluvia dibujar círculos en el aire, a una velocidad endiablada. Parece el fin del mundo, sin exagerar. Nos resguardamos debajo del puente de la autopista que hace las veces de techo de las canchas de papi futbol. No hay caso, el agua entra por el costado y lo come todo. Caro entrando en la lluvia como si fuera un paisaje serenador, apenas un trazo negro que la cortina de agua y viento borra de a poco. Y volviendo a los diez minutos, con otra expresión.
La entrega de diplomas, regalos y DVDs debe hacerse en el vestuario de hombres. Después, esperar el micro. No podemos volver con ellos porque la isla está inundada. Me entero ya sentada en el micro, con Maitena y Noelia. Qué tristeza me dio cuando me dijeron que no íbamos nosotros. Me despido de Selena que lanza un seco NO! De un par más y me acerco a la puerta delantera. Ahí estaba Caio. Chau, yo. Caio entrecierra los ojos. Me ofrece lentamente sus labios. Los míos le responden como un empleado obsecuente. No sé bien cuánto duró pero sentí que los estaba besando a todos a la vez. También a la tarde torrencial que habíamos pasado (la tormenta como metáfora de la pasión que nos despiertan estos chicos?), a los viajes en balsa que me depositaron en esa Isla reveladora, a las mañanas que le dieron sentido a mis últimos meses de vida, a cada "seño", a cada tarea entendida, a cada abrazo y también, por qué no, a las puteadas balbuceadas. Todo eso sentí durante el beso. Que fue extenso y hermoso.
"Aguante deporvida", los gritos de los que se sentaron atrás de todo me devuelven al contexto. Me bajo. Los saludamos desde la vereda. Ellos también agitan sus manos mientras el micro se aleja. No lo veo a Caio. Me pregunto si estará recreando la despedida en su cabeza, como una escena que quiere volver a ver. Me ilusiona pensar en esa posibilidad.
Texto: Virginia Lauricella / Fotos: Sol Espinzo - Maia Klein - Lorena Lucca - Caro Pierri - Kiki