martes, 8 de enero de 2013

Despedida 2012




Ada y Marcos son dos hermanos que formaban parte del Deporvida desde hacía años. Dos pibes buenos, aplicados, trabajadores, atentos con sus compañeros… de los buenos que ves pocas veces en tu vida.
Hace unos Meses, antes de una de las excursiones que se hacen cada 2 meses, Marcos recibió su autorización para viajar y –tal vez por preadolescente o porque otros lo hacían- se dio vuelta para cargar a Caio porque él no viajaba. Caio no es un pibe más de la Isla, Caio es especial, y por eso no permitimos que lo carguen así. A Marcos le pasó lo que le pasa a la gente buena: lo vi, me enojé terriblemente y le saqué la hoja con la autorización. Le grité que no tenía derecho, que tenía que ser mejor persona, que no podía cargar a alguien como Caio, que debería tener vergüenza. Él tuvo vergüenza. No estaba acostumbrado a ser el malo de la película, se le notaba en la carita.
El sábado siguiente se suspendió la excursión por una tormenta. Hicimos una actividad especial en el convento de la Isla y Marcos quiso entrar. Antes de dejarlo le pregunté si había aprendido la lección. Le pregunté si entendía que había hecho un daño sin necesidad y que uno era consecuencia de sus actos. Me dijo que sí. Se respiraba honestidad y por suerte lo dejé pasar.
A los pocos días Marcos y Ada tuvieron que escaparse con su familia hacia Paraguay o hacia algún rumbo desconocido para proteger a un hermano mayor que había quedado marcado en un conflicto. De un día para el otro, Marcos y Ada agarraron lo que tenían a mano y se fueron a Retiro y de ahí a quién sabe dónde.  No pudimos despedirnos y desde ese día yo solo me pregunto qué lección será la que deberíamos aprender acá.
Si pudiera tener una conversación más con Marcos y con Ada les diría que hay cosas que no son consecuencia de nuestros actos, que no nos corresponden y que sin embargo hay que vivir. Que eso no tiene ningún sentido y que sin embargo es lo que domina el mundo.
Sin embargo también les diría que vale la pena ser bueno porque eso, aunque muy lentamente, también contagia. Y les diría que me perdonen. Que fui dura, que no entendí que en la Isla ser bueno es una decisión que hay que tomar todos los días, todas las horas, cada dos minutos.
Acá termina el 5to año del Deporvida. Quise compartir con ustedes, que están presentes y que hacen posible esta actividad, esta experiencia que no tiene moraleja para que sepan que cada sábado damos lo mejor que nosotros y que, aunque sabemos que no vamos a cambiar el mundo, le ponemos el pecho con amor a todo lo que venga. Porque a pesar de algunos traspiés creemos que es mejor mantenerse en movimiento que mirar desde la silla.
Les deseo junto a cada uno de los voluntarios y de los chicos y chicas del Deporvida una feliz navidad y un feliz año 2013. Pero feliz todo entero, los 12 meses que vienen.
Salud.
Caro Pierri
Voluntaria



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